El ajedrez contribuye sin duda a que nuestros
niños razonen mejor”, dice Serzh Sargsián, presidente de Armenia hasta el
pasado abril. Todos los alumnos de 7 a 9 años lo estudian en horario lectivo
(dos horas por semana) desde 2011. Es el deporte nacional, por encima del
fútbol. Se calcula que 2,4 millones de habitantes sabe jugar hoy, y que serán
casi 3 millones (100% de la población) en unos diez años.
Lo que el autor de este reportaje vio y
escuchó en las dos escuelas que visitó en Yereván el pasado jueves da la razón
a Sargsián, hoy presidente del Partido Republicano y de la Federación Armenia
de Ajedrez. Dos niños elegidos al azar contestaron así a la pregunta de por qué
les gusta el ajedrez: “Porque es difícil, es un desafío constante, que me
obliga a pensar, pero al mismo tiempo me divierto jugando”, dijo Meri, de 8
años, en la escuela Jachatur Avodián 2. “El ajedrez me ayuda con las
matemáticas, pero las matemáticas no me ayudan con el ajedrez”, respondió Aram,
de 9, en un aula distinta.
as respuestas de otros niños fueron
igualmente asombrosas, tanto en ese centro como en el Eureka, y no solo cuando
hablaban de ajedrez. Otro dato sorprendente fue que, preguntados por sus tres
asignaturas favoritas en ambos colegios, una gran mayoría mencionó matemáticas
y ajedrez. En una de las aulas visitadas, el maestro, Hayk, insistía mucho en
lo siguiente cuando llamaba a un alumno a la pizarra tras plantear un problema
de ajedrez a partir de una posición determinada (por ejemplo, cuáles son las
peores jugadas que deben hacer las negras para recibir el jaque mate más rápido
posible): “Lo que más me interesa no es la solución sino que me razones con
detalle lo que tú crees que es la solución”.
El método armenio consiste en impartir
ajedrez en horario lectivo, con profesores específicos de ajedrez, para
desarrollar valores y habilidades útiles en la vida normal. Es muy distinto al
que se aplica mayoritariamente en un número creciente de colegios españoles: el
ajedrez es una herramienta pedagógica transversal (por ejemplo, conectado con
la inteligencia emocional) e interdisciplinar (en clase de Matemáticas, Lengua,
Inglés, Historia, etc.) utilizada por los maestros de escuela sin quitar una
hora a ninguna asignatura. El Instituto de Investigación de Ajedrez de la Universidad
de Yereván ya ha llegado a algunas conclusiones provisionales; por ejemplo, los
niños aumentan claramente su creatividad y mejoran su pensamiento lateral a
partir del segundo año de ajedrez, no en el primero. Y estudiará las
experiencias españolas para considerar la combinación de ambos métodos.
A los psicólogos entrevistados del citado
instituto no les sorprende el resultado de un estudio realizado por sus colegas
Ramón Aciego, Lorena García y Moisés Betancort, de la Universidad de La Laguna
(Tenerife) en 2012: los niños ajedrecistas desarrollan más la inteligencia
emocional que sus compañeros practicantes de fútbol y baloncesto, a pesar de
que estos son deportes de equipo. Y al presidente Sargsián tampoco: “Me
gustaría mucho que hiciéramos un estudio similar aquí con ajedrez, boxeo y
lucha [deportes muy populares en Armenia]. Aunque los semblantes de los
ajedrecistas durante una partida nos hagan pensar que carecen de emociones, yo
creo que las tienen muy desarrolladas; es una de las razones por las que creo
que el ajedrez es un gran complemento del ejercicio físico”. ¿Y cuáles son las
otras? “Enseña a controlar situaciones de pánico, hacer cálculos, tomar las
decisiones correctas en el momento oportuno y a resistir la tentación del
primer impulso, por citar solo algunas”.
A pesar de ser un país pequeño, Armenia es
una potencia en ajedrez desde que Tigrán Petrosián, cuya estatua se ve en
lugares destacados de Yereván, fue campeón del mundo (1963-1969). Muchos
expertos pensaban que Levón Aronián sería el retador del actual campeón, el
noruego Magnus Carlsen, en la final del próximo noviembre en Londres; pero, una
vez más, el armenio acusó el tremendo peso del honor nacional sobre sus
hombros. Sin embargo, los datos indican que pronto habrá más candidatos
armenios: la Academia de Ajedrez es un edificio de 3.400 metros cuadrados en
cuatro plantas que sirve de puente entre el ajedrez educativo y el deportivo;
solo en Yereván hay 3.000 niños entrenados diariamente desde los 6 años en 15
escuelas de alto rendimiento (52 en todo el país), y quienes lo han estudiado
desde 2011 como asignatura obligatoria ya suman 320.000; en cuanto se detecta
un talento brillante, se propone a los padres que ese niño o niña se integre en
la estructura deportiva. El torneo denominado Olimpiada Escolar de Ajedrez se
disputa durante la mitad de cada año.
El presidente Sargsián siguió siempre que
pudo las partidas importantes en directo por Internet mientras ejerció el
cargo. Y varias veces viajó personalmente a las Olimpiadas de Ajedrez para
animar a sus jugadores: “Normalmente, me limitaba a subrayarles la idea de que
todo un país esperaba mucho de ellos. Pero una vez, en Dresde [Alemania] 2008,
aproveché que uno de ellos, Gabriel Sargissián, hacía el servicio militar
mientras yo era el ministro de Defensa para darle la orden de lograr un
resultado muy brillante. Armenia ganó la medalla de oro por equipos, y
Sargissián la individual”.
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